
Lo que muere es la autoimportancia espiritual. La historia de la personalidad que necesita ir a alguna parte para conseguir algo superior pierde todo su significado. La persona que quiere probar algo, bien a sí misma o a los demás, ha recibido el jaque mate. No queda lugar para el orgullo espiritual y la arrogancia, porque ahora está claro que todo el mundo es igualmente una expresión de “Ello”. Conscientes de las formas, somos informes; conscientes del color, somos incoloros; conscientes del tiempo, somos intemporales. Éste es el Uno que aparece como muchos, el Sujeto que aparece como objetos, lo Impersonal que aparece como personal.
Jan Kersschot
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